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HISPANOS AL RESCATE DEL COLORADO
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3 ¡Todo al rojo!

Por Clemente Álvarez y Nacho Corbella

Se apagan las luces y se encienden los focos de colores. Arranca el golpeo de una batería, mientras unos dedos corren por un teclado y comienzan a bailar las cuerdas de dos guitarras eléctricas y un bajo. Estamos en Las Vegas, la ciudad de los casinos, en Nevada. Vestido con traje de chaqueta gris y camisa negra, sube al escenario el colombiano Juan Almanza. “¿Qué tenemos que ver nosotros con el río Colorado?”, pregunta en el micrófono. “Pues mucho”, se responde a sí mismo. “¿Qué ciudad le vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Una linda ciudad sin agua? Si no hay agua, no hay cómo vivir aquí”. A lo que un público entregado contesta al unísono: “Amén”.

El Centro de Adoración Familiar (CAF) de la calle East Patrick Lane parece más una sala de fiestas que una iglesia cristiana. Es todo un espectáculo ver al pastor Almanza ante el centenar de hispanos que asisten este domingo a la misa. Ríe, gesticula, canta… Con mímica, de pronto hace como si se lavara los dientes en el púlpito. “¿Nosotros qué podemos hacer? Eso poco de cerrar la llave Dios lo va a multiplicar, como los peces”. Y todos vuelven a repetir: “Amén”.

En la misma ciudad en la que el agua del Colorado sale de un volcán en el lujoso hotel Mirage o es lanzada al aire por las fuentes del Bellagio acompañada de luces y música, Almanza es uno de los pastores participantes en una iniciativa de organizaciones hispanas para concienciar sobre la necesidad de proteger este río. “El medio ambiente no es un tema exclusivo de Greenpeace, es una ordenanza de Dios”, asegura el colombiano, cuya iglesia contribuyó al lanzamiento de un impactante vídeo sobre el Colorado: ‘Yo soy Rojo’. Quizá parezca difícil que se oigan las plegarias de un pastor en la llamada ciudad del pecado, pero todos estos enormes casinos dependen también del río. Las ruletas se lo juegan todo al rojo.

El edificio terminado más alto de Las Vegas es el despampanante hotel Palazzo. Tiene 53 plantas y 643 pies de altura. No lejos de allí, como a 40 minutos en coche, si uno se asoma al borde de la pared de hormigón de la represa Hoover y mira para abajo, lo que ve es una caída de 726.4 pies. Construida de 1931 a 1935, durante la Gran Depresión, y al tiempo que se volvía a legalizar el juego en Nevada, esta descomunal obra de ingeniería que supera a los rascacielos de la ciudad cambió por completo el árido paisaje del suroeste de Estados Unidos. Tras ese muro levantado por 21.000 obreros y formado por más de 5 millones de barriles de cemento -unos 1,880 millones de libras-, se encuentra el lago Mead, la mayor reserva del Colorado. De aquí se va enviando agua a Arizona, California o México. Y también se capta el 90% del suministro utilizado en el sur de Nevada, incluida Las Vegas, una metrópolis que en el año en el que se empezó a levantar la represa tenía 5,165 habitantes, pero que hoy suma a sus 2 millones de población fija (un 31% latinos) otros 40 millones de visitantes al año. En mitad del desierto de Mojave, esto se parece bastante a un milagro, y tiene mucho que ver con el Colorado.

Cuando Almanza llegó hace 13 años a esta urbe desde Colombia, antes que el Mirage o el Bellagio fue a ver el Mead. Este es el lago artificial con mayor capacidad de Estados Unidos, pudiendo contener 28.9 millones de acre pies* de agua en los que navegar en barco, practicar esquí acuático o meterse a bucear. Claro que para eso tiene que estar lleno, y su superficie alcanzar una altura de 1,221.4 pies sobre el nivel del mar, lo máximo antes de que empiece a desbordarse por los aliviaderos de la represa. Pero esto no ocurre desde 1983. Una enorme marca blanca en los bordes del embalse delata hoy en día lo mucho que ha descendido su superficie por la sequía. “La última vez que estuvimos me quedé preocupado”, comenta este pastor que tiene su propio reality show con su mujer y tres hijos en la tele local, ‘Los Almanza’. “Lo que sucede nos afecta directamente, porque de ahí proviene el agua para bañarnos, alimentarnos, producir electricidad…”. “Sin río se acaba también el trabajo y crece la crisis entre los hispanos”.

Igual que pasa con los símbolos que se ponen en movimiento al bajar la palanca de una máquina tragamonedas, desde hace un tiempo todas las miradas están puestas en los niveles del lago Mead. Solo que la inquietud no es por ver dónde se detienen unos dibujos de frutas, sino el número de pies a la que está el agua: 1, 0, 7, 8. Este es el actual nivel del lago Mead, 1,078 pies de altura, lo que supone que se encuentra al 40% de su capacidad. Por ahora sigue tocando premio, pues no se ha rebasado el punto a partir del cuál se activan los recortes en la cuenca. Sin embargo, está ya muy cerca, el pasado 23 de junio el nivel llegó a ponerse en 1,074.98 pies, el más bajo de su historia desde que se llenara el embalse en 1937.

“Yo creo que los hispanos tenemos una responsabilidad de cuidar el Colorado. Años atrás estuvo en unas manos, tal vez lo hicieron mal o tal vez lo hicieron bien. Ahora, Dios nos ha traído a esta nación a hacer el relevo. Si vemos que el río se está secando, tenemos que resolver el problema”, incide Almanza con pasión. “Nos toca a nosotros. A través de votos, de nuestras acciones, de un grito o de una canción… Los hispanos tenemos una gran responsabilidad de cuidar el río. ¿O, si no, dónde vamos a emigrar?”.

La cuestión no es ya solo enfrentarse a la actual sequía: ¿cómo asegurar el suministro de una urbe como Las Vegas en mitad del desierto en un escenario futuro en el que el nivel del lago Mead siga bajando por el cambio climático? Se trata de una apuesta complicada. Paradójicamente, esta ciudad de fichas de colores lanzadas en mesas de juego, fiestas en limusina, bailarinas contorneándose en una barra o vomitonas por excesos con el alcohol constituye también un caso interesante en manejo eficiente de agua dentro de Estados Unidos.

“Aunque la población sigue creciendo, nuestro consumo ha bajado”, explica Diana Díaz, de la Autoridad del Agua del Sur de Nevada (SNWA). A esta urbe moderna que depende un 90% del Colorado no le queda otra: no tienen derechos históricos sobre el agua como las áreas agrícolas más al sur y en el reparto del río a Nevada le toca la porción más pequeña, 300,000 acre pies* al año (el equivalente a 18 millones de camiones cisterna).

Como en la multiplicación del pan y los peces de la Biblia, Las Vegas también ha aprendido a estirar el agua. Reutilizándola varias veces. Esto se puede conseguir de distintas formas. Una es aprovechando directamente el agua ya usada para regar jardines y campos de golf, la otra consiste en recuperarla después de que se utilice para devolverla al Mead. “Por cada galón que regresamos al lago, podemos volver a agarrar otro”, detalla Díaz, que asegura que el área metropolitana de Las Vegas envió de vuelta cerca de 200,000 acre pies en 2014.

”Los hispanos tenemos una gran responsabilidad de cuidar el río. ¿O, si no, dónde vamos a emigrar?”

Supongamos que un jugador se levantó con un terrible dolor de cabeza y se bebió un vaso de agua. Luego fue al váter, se bajó la cremallera, devolvió su parte del Colorado y tiró de la cadena. Este desecho líquido que viaja por tuberías de la ciudad no puede reutilizarse directamente, sino que debe pasar diferentes tipos de tratamiento. Según la SNWA, Las Vegas es una de las urbes de Estados Unidos que consigue una mayor calidad de agua reciclada. Los parámetros de limpieza que se obtienen hoy en día pueden ser tan altos que en otros sitios se empieza a plantear su aprovechamiento directo para beber, pero todavía existen importantes barreras culturales. En este caso, el agua que ya pasó por el cuerpo del jugador con resaca se envía después de limpiarla de regreso al Mead para que se mezcle con el resto y pueda volver a utilizarse (la cercanía con el lago hace que el proceso sea muy eficiente). Quizá la próxima vez llegue a un individuo con más suerte en la ruleta, sirva para regar algún campo de alfalfa de California o haga reír a los muchachos que se bañan en un canal de riego mexicano.

Las Vegas recupera el 100% del agua usada dentro de las casas para enviarla de vuelta al lago, pero hay otra parte que no puede rescatar, como la que se emplea en riego de jardines y campos de golf. ¿Cuánto representa esto en el consumo total de la ciudad? Como si fuera la crupier de un casino que está repartiendo cartas, Díaz va poniendo boca arriba los diferentes gastos de agua en el sur de Nevada: los campos de golf suponen el 6.8% del consumo; los hoteles y casinos de lujo, con sus fuentes y jardines, un 7.6%; los comercios y la industria, un 12.6%; el sector residencial, un 59.8%… “Los casinos utilizan un 7%, pero de esa agua se recupera y se devuelve al río un 60%, por lo tanto solo consumen un 3%”, especifica.

A diferencia de otros estados como California o Arizona, en el sur de Nevada no hay agricultura, aquí lo que tiene más importancia en el consumo total son las viviendas. Pero queda poner sobre la mesa otro dato clave que se repite en otras partes de Estados Unidos: “el 60% del consumo de agua en las casas se produce fuera, en el jardín”, incide Díaz, justo donde no se puede recuperar. Aparte de simular cepillarse los dientes durante su sermón dominical para recordar a sus feligreses que cierren la llave del agua cuando no la usen, el pastor Almanza bien podría representar que agarra una pala y una carretilla para quitar césped verde. Aunque no es precisamente su público quién más gasta en riego. “Uno de nuestros programas más exitosos para ahorrar es el de jardines eficientes”, detalla la representante de SNWA. “Pagamos un $1,50 por cada pie cuadrado de césped que se sustituya por plantas eficientes”.

Con todo, la previsión es que el nivel del Mead siga bajando. Por ello acaba de terminarse una tercera toma para captar agua más profunda que las dos hasta ahora existentes, una gigantesca obra que ha obligado a perforar un túnel de tres millas de longitud bajo el lago y que ha tardado siete años en completarse. Las otras dos tuberías más antiguas están a 1.050 y a 1.000 pies, ahora con esta construida en el fondo del lago, a 860, se espera poder mantener el suministro para las casas y casinos del sur de Nevada aunque siga reduciéndose el cauce del río. Pero antes de que hubiese que recurrir a esta tercera toma, ya se habrían producido recortes en el reparto del agua y se habría puesto muy fea la situación en la cuenca baja del Colorado.

“Dios puede hacer el milagro”, afirma categórico el pastor Almanza. “Pero es un Dios sabio, hace milagros donde se optimizan los recursos, no donde se desperdician”.

-“Necesitamos tener conciencia de esto y administrar bien el agua. ¿De acuerdo?”.

-“Amén”.

-“¡Díganme Amén!”

-“¡Amén!”.

Dejamos atrás Las Vegas y seguimos remontando el río, contracorriente. Todavía queda lo más espectacular del Colorado, allí donde el río se desboca y vuelve a parecer salvaje.


*Acre pie: Volumen de un acre de superficie a una profundidad de un pie, lo que equivale a 43,560 pies cúbicos. Para visualizar mejor la cantidad expresada en acre pies se ha comparado con camiones cisterna de 20,000 litros de capacidad.