Tres empresas concentran el 80% del mercado mundial de los cruceros. Transportan hasta 18 millones de personas al año, mientras se aprovechan de los escasos controles ambientales, eluden el pago de impuestos y sortean las garantías laborales del país.
Los barcos son ciudades sin policías ni 911. Cuando ocurre un delito, los empleados de las mismas empresas de cruceros investigan y elaboran las únicas estadísticas disponibles
Los empleados de cruceros trabajan más de 70 horas a la semana, sin días de descanso ni vacaciones pagadas. Si sufren un percance, la justicia de Estados Unidos no les ampara.
En solo una semana, un navío de 3,000 pasajeros produce 200,000 galones de desechos humanos, más de un millón de galones de agua servida de baños y lavaplatos y unas ocho toneladas de basura sólida y desechos tóxicos por lavar la ropa, asegura la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Las navieras gastaron más de 30 millones en la última década para influir en Washington, sobre todo en materia medioambiental y de impuestos. Exagentes de alto rango de la Guardia Costera y el FBI trabajan actualmente para el sector que antes regulaban y fiscalizaban.